Cuando todavía en el nuevo siglo muchos responsables de política desestiman la importancia de las políticas culturales, Bogotá Humana invirtió importantes recursos en el sector y avanzó en varios frentes de manera sustancial: en la cultura como derecho y fundamento de la libertad de todos, y como un campo de producción simbólica que incide en la cohesión social, así como en el conocimiento y sentido que le damos al mundo. Un campo dinámico, que es al tiempo, legado y catalizador de transformación social.
El sector cultura trabajó con otras secretarías, asociando sus programas al sector social y aportando a un enfoque alternativo de la seguridad y la cultura ciudadana. Sus procesos, portadores de relaciones de reconocimiento, de diálogo y de ruptura son ese espacio en el que una sociedad encuentra posibilidades de pluralidad y disenso sin violencia. Desde el inicio de la administración, Bogota Humana asumió la posición de vocera de las amplias bases de una sociedad que vive un humanismo no antropocentrista. Con la integración del arte, la cultura y el deporte en la educación pública, señalamos los fundamentos de la democracia cultural que ya Garcia Márquez, en su proclama para la educación, había resaltado. Abordamos el patrimonio como una construcción cultural del territorio y buscamos integrar en la planeación urbana de manera mas orgánica el enfoque del paisaje cultural. Estos lineamientos orientaron programas que han sido valorados internacionalmente.
El camino es largo para que el sector cultura ocupe un lugar más central en la construcción de la ciudad diversa, activa y en paz. Pero podemos decir que la percepción de los ciudadanos y el cumplimiento de metas lo demuestran: en Bogotá avanza la democracia cultural y la cultura democrática.
Clarisa Ruíz
Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte