Por: Nicolás Montero Domínguez
Cuentan que alguna vez, haciendo fila ante la cárcel en pleno invierno soviético, una mujer preguntó a Anna Ajmátova, la poeta, si ella podría dar cuenta de “todo esto”: de la nieve, del frío, del cansancio, del miedo, de la comunidad de mujeres calladas que esperaban su turno para entrar a visitar a sus familiares. Ajmátova, luego de mirar alrededor, respondió una sola palabra, una palabra sola: “Puedo”. La anécdota está al comienzo de Réquiem, quizás su obra más representativa, y ahonda, con la belleza propia de quienes formaron su mirada en la literatura, en una de las posibilidades más poderosas de la poesía: llevar registro del ahora, con todo su dolor y toda su belleza, para que mañana el tiempo no borre del todo lo que aprendemos a diario del asombro de estar vivos.
La Casa de Poesía Silva ha sido para Bogotá un espacio de encuentro en la palabra, de búsqueda de aquellas combinaciones precisas de sentidos que permiten expandir el mundo de las y los lectores. Durante su trayectoria ha visto eventos, recitales, concursos, premios, talleres. Resuena poesía en todo su quehacer y en toda su vocación, y a partir de octubre se sumará a la Red de Bibliotecas de Bogotá. Desde Biblored, la Casa de Poesía Silva, seguirá transformando desde el verso preciso, conectada a las otras veintisiete bibliotecas del sistema, y a los más de ciento treinta escenarios dedicados a la promoción de la lectura, la escritura y la oralidad.
Pensar en esta constelación de lugares donde la palabra habita, verlos conectarse con programas y programaciones, con apuesta integradas para llevar la lectura a la vida cotidiana, con preguntas sobre la comprensión que hacen parte de Leer Para La Vida, es reconocer en el cielo de Bogotá una constelación de sentidos dispuesta para ahondar en la belleza, buscar el asombro y expandir la mente para vivir creando los mundos que imaginamos. La cantidad de lectores y lectoras, según los últimos informes de Biblored, ha aumentado en la ciudad. Cada vez es más la ciudadanía que suma la lectura a sus rutinas, que reconoce en ese diálogo entre historias la posibilidad de enriquecer sus vidas. La poesía, en ese proceso, es esencial, y contar con la Casa de Poesía Silva es una gran alegría.
Por sus colecciones, que son patrimonio riquísimo de visiones, de conversaciones, de voces que pensaron y piensan todavía, junto a nosotros y nosotras, la certeza de la palabra precisa. Y, sobre todo, porque la poesía es ese lenguaje desde el que podemos conectarnos con la experiencia ajena con mayor profundidad, porque nada puede conmover tanto como el verso preciso en el momento adecuado. Trabajar por la lectura es hacer propicio ese momento. Cuando conseguimos hacerlo algo brilla.
La ciudad entera brilla.