
Autor: José  Pablo Sacristán - Madrid. España. 1973 Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas:
Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas: 
-Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas.  
El conejito se moría de hambre, pero decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.  
Al volver a casa, encontró  una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar. 
-Dame algo, por favor, le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargo, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia.  
El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas. 
Al llegar a casa, contó  la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dio a él.  
En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito: 
- ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas? 
-¡Sal y mira lo que has hecho! 
Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales! 
Y el conejito se sintió  muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.






 
        




