
Sergei Sichkov –uno de los músicos que participó en el III Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá- habla sobre el Festival, su vida como pianista, la música rusa.
“Yo me entiendo perfectamente en música rusa porque la llevo en la sangre,” dice Sergei Sichkov, uno de los pianistas que formaron parte del festival Bogotá es la Rusia Romántica, que terminó este fin de semana. Sichkov interpretó dos piezas insignia de la música rusa: la Gran Sonata, de Tchaikovsky y Variaciones sobre un tema de Corelli , de Rachmaninov. “Son mis favoritas porque es una música que llega directamente al corazón. Nos hace soñar, nos sana, nos despierta emociones y sentimientos puros. Es la vida misma,” dice.
Sichkov comenzó a tocar piano cuando tenía cinco años. Sus padres lo llevaron a un concierto didáctico donde escuchó por primera vez el Estudio Revolucionario de Chopin y quedó fascinado. “Para mí estaba claro que quería hacer eso. Les pedí a mis papás comprar piano y, a pesar de que era muy difícil, me apoyaron. En esa época el salario eran 100 rublos y un piano costaba 700.”
A partir de entonces Sichkov se dedicó por completo al piano. “Como yo estudiaba en la escuela de barrio por la mañana estaba en bachillerato, por la tarde tenía que ver las materias de la escuela musical y por la noche hacer las tareas. Me podía pasar ocho horas al día tocando. Y si salíamos de vacaciones primero averiguábamos si había un piano, porque yo tenía que volver al conservatorio con todas las piezas memorizadas. En Rusia ningún profesor te va a escuchar una obra en la que tú lees la partitura. Allá desde los seis o siete años los niños tienen la educación de un músico profesional,” dice.
“En Moscú yo viví hasta los 26 años, y cuando me preguntan si allá existían discotecas, yo ni sé, estaba concentrado en la música. Yo la rumba la descubrí en Colombia”, dice.
A finales de los 90 Sichkov llegó al país. Venía por un año a aprender español y van 18. “Me sentí como en casa, y eso que no hablaba nada de español,” explica. Actualmente el pianista toca con la Orquesta Filarmónica y dicta clases en la Universidad Javeriana.
Sichkov estrenó la Gran Sonata de Tchaikovsky en el país. “Es curioso que en Colombia nunca se haya tocado, porque en Rusia es una pieza obligatoria. Todos los músicos conocen cada nota,” dice. Se trata de una obra monumental de cuatro movimientos y gran dificultad técnica. “Cada pianista da su interpretación, unos la tocan más lírica, pero yo la pienso más monumental porque es la obra más representativa del estilo de Tchaikovsky. Es como una sinfonía que tiene todos los colores e instrumentos ahí,” dice.
Variaciones sobre un tema de Corelli es un ícono de la música de Rachmaninov. Son 20 variaciones para piano, cada una con un tono distinto. En la última, aparecen las famosas campanas, un motivo que atraviesa toda la obra de este compositor ruso. “Es una de las pocas piezas que escribió tras abandonar Rusia, después de la Revolución de 1917,” dice Sichkov.
“La vida de Rachmaninov estuvo marcada por dos cosas,” agrega. “El abandono de su patria y su amor por Tchaikovsky. Rachmaninov siempre siguió las tradiciones de Tchaikovsky porque era su ídolo, y estaba enamorado de su música. Ésta se presta mucho para virtuosismo y Rachmaninov era un pianista extraordinario,” dice.
Para Sichkov el festival Bogotá es la Rusia Romántica tiene la misión de ampliar el espectro de música clásica que conocen y disfrutan los colombianos, de seducir nuevos públicos y de formar criterio. “Acá la gente conoce las mismas 10 o 15 obras de música rusa. Las sinfonías de Tchaikovsky y Rachmaninov, El Cascanueces de Tchaikovsky, Danzas Polovtsianas de Borodin, y se acabó. Pero la música rusa es realmente de no terminar, y descubrir obras nuevas es lo más placentero”, dice. “Y más de semejante belleza.”
Los compositores que se interpretaron durante el festival forman parte de una larga tradición de música rusa. Rachmaninov estudió en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú. En ese entonces el mismo Tchaikovsky daba clases allí e hizo parte del jurado que evaluó los exámenes de Rachmaninov. Los pianistas Mikhail Voskresensky y Mikhail Pletnev –quienes estuvieron en el festival Bogotá es la Rusia Romántica-, también estudiaron en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú. Y la cadena continúa. “Voskresensky estaba en todos los exámenes míos en el jurado y ahora pude verlo veinte años después”, dice Sichkov con una sonrisa.
“Es muy interesante escuchar la verdadera tradición de música rusa y oír cómo se toca; con mucho rigor, porque romántico no es sólo libertad. Es libertad y al mismo tiempo despotismo total”, explica el pianista ruso. “Cada compás tiene tantas cosas escritas por el compositor -acentos, ligaduras, articulaciones, matices, indicaciones-, que si no se cumplen va a sonar como representando una obra de teatro con acento extranjero. Dicen que la música romántica es fácil porque si la sientes puedes tocarla de cualquier manera. Pero no es así”.
Más allá de los tecnicismos, para Sichkov lo importante es disfrutar los conciertos. “Cualquier colombiano entiende esta música muy bien porque es el mismo temperamento,” dice.
Sobre Rachmaninov
Cuando uno toca la música de Rachmaninov y sabe cómo es la persona porque ha leído sobre él, todo cambia completamente,” explica Sichkov. “Por ejemplo, si uno lee sus cartas se da cuenta de que era una persona completamente supersticiosa, y que le tenía miedo a la muerte. En todas las últimas obras hay un motivo que es una secuencia de la iglesia católica que representa la muerte. Él lo pone en los momentos más dramáticos de sus obras. Así uno empieza a entender por qué el carácter oscuro de sus obras, y por qué la mayoría están en tonalidad menor, en tonos oscuros,” dice Sichkov.
“Rachmaninov mismo decía: ‘yo soy ruso y mi país formó mi carácter, mi manera de ver las cosas. Yo escribo la música rusa sin pensar’”, explica Sichkov. “Él lo tenía en el subconsciente, porque venía de un pueblito. Vivía al lado de unas iglesias ortodoxas y todos los domingos escuchaba las campanas. Todas sus obras tienen motivos de campanas, es como un hilo rojo que las atraviesa”.